domingo, 31 de mayo de 2020

LECTURA CRÍTICA

EL COLOR DE LA POBREZA


 Por John Sajje


Gabriel García Márquez escribió en el año 1968 un cuento fantástico, sobre la caída de un hombre muy viejo con alas en un lodazal, en un pueblo de la isla caribeña de la Martinica. 

El hombre alado, o ángel según algunos, anduvo recluido en el gallinero a la espera que alguien dictaminara su naturaleza, sirviendo de atracción para los lugareños y proporcionando pingues beneficios para la pareja que le había acogido. 

El hombre alado soportaba estoicamente en el gallinero las infamias del hijo de la pareja “con una mansedumbre de perro sin ilusiones”. Un día al hombre alado le surgieron unas plumas fuertes y vigorosas con las cuales, tras unos primeros intentos fallidos, consiguió volar y perderse en el horizonte.

La sostenibilidad,  debe ser la meta de todas nuestras relaciones con el medio; de allí que la Verdadera tragedia de los comunes es que algunos se crean arquitectos de su destino y entre zanahoria y garrote se jueguen su futuro. Caso del Villahermosa painting.


Suelo ser un romántico y aún vislumbro en mi nostalgia, aquella canción mutante, con eco de regreso y conciencia metafórica como el  pueblo blanco de Serrat colgado de una sierra (para este caso), lleno de bombillas. Quizás porque es el sueño del sentido común, la aspiración de un paraíso al alcance del cielo, en un pueblo que se derrite sobre la sierra de María.  

Lamento ser un aguafiestas pero, como reza Quevedo “pues amarga la verdad / quiero echarla de la boca” no me gusta la favelización de Villahermosa… No me gusta “La ruta del color”. Eso de ser más felices porque pintaron las casas con vivos colores (estrambótico diría mi madre) no deja de ser surrealista y un mentís a la  memoria histórica de la comuna norte. 

Sainete parecido al estropicio de restauración del Ecce Homo por parte de Cecilia Giménez en España.


¿Quién dijo que con pintar una casa se resanan las relaciones intergeneracionales? Esa comuna es hija de la marginalidad y el  sustrato de la subnormalidad de La Avanzada. Camino del medio. Quiebra Culos, Asís. Las delicias y San Ignacio, por no hablar de Colon y el barrio Galán; donde los Alcaldes Kevin Ángel o Victoria Eugenia Osorio de Mejía quisieron ubicar a los más pobres, tan lejos del centro como de Dios, en la frontera del abismo con el Solferino.

Entiendo que el color se emplea como estrategia decorativa primordialmente y se dispone por su propio atractivo e incluso que se valora el fenómeno estético desde el punto de vista de su estructura formal, no desde su significación emotiva, de donde resulta indisimulable que las cosas duelen más cuando se imita sin contexto. 

Porque la comuna no tiene nada de atractivo, que no sea una reserva forestal y no somos, tampoco, Burano -- esa una isla en la Laguna de Venecia, en el norte de Italia-  para traer turistas a partir del color


Es posible, como dijo alguien, que con los colores se dan apropiación de territorios, pero este encubrimiento  se sintetiza en el refrán: Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. ¿Esa ruta del color es posible en Milán - que si tiene un bulevar- o en Palermo e incluso en Chipre? ¡No, porque solo aplica el color de la pobreza! Como la marca del Cordero.

¿Quién, además de los promotores de la idea y la publicidad inmersa, se hace la ilusión mental placentera de pensar, que porque pintaron unas casas con vivos colores, se redujo la delincuencia, el consumo de sustancia psicoactivas; se acabó la informalidad; se puede salir tranquilamente después de las 9 de la noche o que la frontera azul converge pacíficamente con la roja?

 Eso denota que nuestro sistema económico no contabiliza la pérdida de bienes y servicios ambientales cuando calcula la riqueza y el progreso o que lo que es común tiende a ser explotado al máximo, con el convencimiento de que lo que no explote uno mismo, será explotado por otro. Eso fue lo que el biólogo Garrett Hardin llamó “la tragedia de los comunes”.

Es verdad que Villahermosa no es una comunidad informal como Vila Cruzeiro. Para ser  exactos algo va de la favela  Santa Marta, en la que Michael Jackson rodó el videoclip de la canción 'They don't care about us', al barrio Villahermosa, en la Ciudadela del norte de Manizales. 

Entendiendo que, en una como otra, existen episodios de inseguridad, disputas por territorio, fronteras invisibles y  consumo de sustancias psicoactivas. Que una cosa es el esfuerzo de unos holandeses en el reto titánico de convertir toda una favela (60 mil habitantes) en un mosaico de vivos colores, para que sea reconocible en las imágenes satelitales de Google Earth y otra  la de la alcaldía, la Universidad y Aguas de Manizales por vender una idea mal copiada con visos sociales.

De lejos, a esa contaminación visual me huele a crayola o acuarela. La alcaldía pergeñó para ello toda una campaña que incluyó publicidad y rostros sonrientes que justificaran ese resane de conciencias que bien merecen otro tipo de intervención, entendiendo una frase muy bella que dice que: Las ventanas con mejores vistas se abren desde adentro. 

¿Por qué olvidar que casi todas las ciudades del mundo expanden sus dominios de cemento y asfalto, mientras siguen teniendo casas viejas y deshabitadas en el centro? ¿Por qué no intervenir el centro histórico de Manizales instando a Monumentos Nacionales?  

Saben por qué. Porque  estamos en La “sociedad o cultura ambientador”  esa forma de vida afincada en la paradoja de solucionar los problemas agravándolos. Este modus vivendi sólo se preocupa de que los problemas no se vean, ni se huelan, y de maximizar, aparentemente, la comodidad física e intelectual de los individuos. Su máxima de vida es: “Si no veo ni huelo problemas es que no existen”.

El antropólogo Emilio Santiago nos dice que "mientras el crecimiento económico sea un precepto sagrado, la ecología estará obligada a rebajarse a marketing verde". Aquí es del color del arco iris, para que sea de lejos señalada con dedo, como una favela colgada de un barranco.

Algún mágico día, al pueblo le surgirán unas plumas fuertes y vigorosas con las cuales, consiga volar haciendo respetar su identidad. Dejará su mansedumbre de perro sin ilusiones. ¡Porque esa no es Manizales!


A propósito ¿Tiene usted la mansedumbre suficiente para dejar que le pinten estrambóticamente su casa para disimular y que sus vecinos no vean el infierno que vive adentro?

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