MAQUIVELO
Da la impresión, cuando se oye
hablar de Maquiavelo, que con decir «El fin justifica los medios» se capta y se
resume todo su pensamiento político, algo que, para cualquiera que lo haya
leído con la debida atención, no deja de ser ridículo. Es ridículo porque
Maquiavelo nunca dijo tal cosa, y lo es más todavía porque es atribuirle al
intelectual florentino una simpleza que no lo deja en muy buen lugar, no tanto
por el carácter maléfico de la simpleza, sino por la superficialidad de lo que
dice.
Lo Que si dijo Maquiavelo:
Lo más parecido a «el fin
justifica los medios» que se puede encontrar en El príncipe, obra de Maquiavelo
debido a la cual se le atribuye tan estúpida frase, está en el penúltimo
párrafo del capítulo XVIII del libro, titulado: «Si los príncipes deben ser
fieles a sus tratados». Allí dice Maquiavelo lo siguiente:
¿Qué dice aquí Maquiavelo? Lo
primero de lo que habla es de «juzgar el interior de los hombres, y
principalmente el de los príncipes». Este «interior» de los hombres es
subjetivo, es su subjetividad y se compone de motivaciones, intenciones,
ideales, fines, etc. Maquiavelo entiende que este «interior» nos está vedado,
no es público, sino privado: cada hombre puede conocer su propio «interior» y
nadie el de los demás, por ello no es posible «recurrir a los tribunales».
Sin
embargo, eso no nos impide «juzgar el interior de los hombres», sobre todo de
los príncipes, ya que siempre podemos juzgar los resultados de sus acciones,
con independencia de aquello que las haya motivado.
En segundo lugar, habla de fines
y medios: el fin del príncipe es gobernar y para ello debe «mantener su
autoridad» por encima de todo. Si no la mantiene, entiende Maquiavelo que el
príncipe no es tal, sino a lo sumo un títere, un mediocre o, en el peor de los
casos, un futuro cadáver, con las desastrosas consecuencias que ello pueda
acarrear para el pueblo que gobierna. ¿Y qué dice de los medios? Pues que, con
tal de no perder su autoridad, pueden ser cualesquiera, pues en apariencia
serán vistos, por la mayoría gobernada, como «honrosos» y dignos de alabanza.
Lo que Salustio está diciendo, y
lo que Maquiavelo está secundando, está muy claro: por muy buena que sean las
intenciones del príncipe, si las acciones derivadas de tales intenciones
comprometen su autoridad, no son dignas de alabanza, lo lícito es mantener,
cómo sea, tal autoridad. Maquiavelo añade: y al hacerlo, que parezca que el
príncipe se guía por todas las virtudes que haya.
Las frases siguientes son aún más
interesantes, pues recogen mejor el pensamiento de Maquiavelo. El príncipe
desempeña una función social: gobernar por el bien del pueblo. Ya avisa
Maquiavelo, al principio del libro, que él pertenece al pueblo y el autor
florentino no era gilipollas, es decir, no le está diciendo al príncipe en esta
obra que machaque al pueblo que gobierna.
Maquiavelo distingue entre el
vulgo y una minoría: el primero no se percata del tipo de hombre que lo
gobierna, y mientras que todo vaya bien, las acciones del príncipe serán
juzgadas con benevolencia, puesto que el vulgo no se percata de lo deshonroso
que es su gobernante.
Solo unos pocos individuos perspicaces lo hacen, pero
estos guardan silencio, pues, como dice nuestro filósofo político favorito más
adelante:
Ahora bien, estos ciudadanos
perspicaces hablarán en cuanto el vulgo no sepa «a qué atenerse», es decir,
cuando no se sienta arropado por el gobernante, esto es, cuando el gobernante
no mantenga el bienestar general. De hecho, el capítulo siguiente, el XIX, se
titula «Que el príncipe ha de evitar que se le menosprecie y aborrezca», en el
que aconseja, entre otras cosas, que se debe hacer querer por el pueblo, el
cual es el principal apoyo del gobernante:
Si el príncipe carece de autoridad y
gobiernan otros, entonces es poco ventajoso para el pueblo gobernado y para el
mismo príncipe: el pueblo podría participar, incluso protagonizar, su
derrocamiento, y dado que la autoridad real no la ejercía él, nada cambiará. El
que ejerce la autoridad debe ser un personaje público y conocido, no alguien
oculto en las sombras. Si el príncipe es un mentecato que haciendo uso de su
autoridad arruina a su pueblo, el pueblo lanzará sus dardos con acierto si
ataca al príncipe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario