No son seres mitológicos, pero si especiales. Tengo la fortuna de interactuar con seres maravillosos en el Colegio Bartolomé Mitre.
En las sedes de primaria he tenido el privilegio de ver mujeres que hacen de madres todos los días y es que ser maestra es ser madre. La educación tiene una función social.
Alguien decía que ser madre también es una función social que implica mucho más que cuidar a alguien; es estar dispuesta a prestar tu cuerpo para que otro viva, y a partir de tan semejante proeza soltarlo al mundo para que vuele con sus alas.
Es practicar desde el inicio el desapego emocional porque es saber que ese fruto propio que alberga tu vientre no es de ella sino de la vida misma.
Ser madre es estar dispuesta a soltar, a dar, a perdonar, a volver a dar, hasta quedar sin nada y volver a hacerlo… para que la vida que está creciendo y desarrollándose alcance las herramientas necesarias para vivir.
Es de suma importancia para la formación psicológica de los niños; porque la madre es la primera relación que tenemos con otro ser diferente a nosotros mismos. Nos formamos a partir de nuestras madres, no sólo recibimos su genética, sino que incluso, a través del líquido amniótico sentimos sus emociones. Todo esto nos lleva a los hijos a acabar siendo compañeros íntimos de ellas, las madres. Eso pasa con las maestras. De ellas recibimos nuestra formación pedagógica es la socialización secundaria.
Nuestra relación, como el de la madre, es una simbiosis de unión que refleja analogías igual de ambiguas; de enojos y amor; de encuentros y silencios. Pero todo en aras de la formación y de allí aparece el mito de pigmalión:
El efecto Pigmalión,
En psicología y pedagogía, se refiere a la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra. Supone, por tanto, algo importante de conocer y desarrollar actividades en el ámbito educativo, laboral, social y familiar. El efecto Pigmalión se puede identificar de las siguientes maneras:
- Suceso por el que una persona consigue lo que se proponía previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo.
- "Las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirán los alumnos determinan precisamente las conductas que los profesores esperan." (Rosenthal y Jacobson)
El mito cuenta como Pigmalión es el nombre de un
personaje mitológico, cuyos orígenes se remontan a la Antigua Grecia. De
acuerdo al mito, se trataba de un monarca que, tras no encontrar a la mujer
ideal para contraer matrimonio, optó por desarrollar esculturas que le permitieran
suplir la presencia femenina como compañera de vida.
La historia cuenta que Pigmalión
terminó enamorándose de una de sus creaciones, bautizada como Galatea. La diosa
Afrodita se conmovió ante el deseo de Pigmalión (reflejado a través de un sueño
que tuvo el rey) y le concedió vida a la escultura, transformando a Galatea en
un ser humano
El efecto Pigmalión puede
manifestarse de distintas maneras. Un docente puede tener ciertas expectativas
respecto a sus estudiantes, determinando finalmente el rendimiento de los
alumnos mediante sus previsiones. El efecto Pigmalión también puede aparecer
cuando una persona logra concretar sus expectativas a partir de su
convencimiento de poder hacerlo.
Es importante destacar que el
efecto Pigmalión puede ser negativo (cuando las expectativas inciden en contra
de la autoestima de la persona) o positivo (las previsiones elevan la
autoestima).
Mito de Perséfone
En la mitología de muchas culturas Gea o la tierra o la Pacha mama es la gran madre. En la griega existe un mito interesante.
Es el mito de Perséfone, hija de Zeus y Deméter. Cuenta la historia que Hades la raptó cuando estaba en el campo recogiendo flores con otras diosas y se la llevó fugazmente al Inframundo. Al notar su ausencia, su madre, Deméter, diosa protectora de la naturaleza, la buscó infructuosamente mientras el mundo se paralizaba. Zeus finalmente decidió intervenir y obligó a Hades a devolver a Perséfone. Hermes fue enviado a rescatarla y Hades la dejó ir con la condición de que no comiera nada durante el trayecto. Sin embargo, el propio dios del Inframundo la engañó y la chica comió 4 granos de granada. Como castigo, Perséfone debía volver cada año, durante cuatro meses, al reino de Hades.
Esos meses correspondían al invierno, época en la que la tierra se convertía en un erial estéril. Cuando Perséfone y Deméter volvieron a estar juntas, la tierra florecía, especialmente durante la primavera que era el momento del reencuentro.
Hera
Ella gobernó sobre los cielos y el mundo mortal mucho antes de su matrimonio con Zeus. Incluso el poderoso Zeus le temía. En su absoluta ira y angustia por los asuntos interminables de Zeus, ella castigaría ciegamente a otros en nombre de la justicia.
Hera era una esposa celosa y peleaba con Zeus con frecuencia por sus infidelidades extramatrimoniales e hijos ilegítimos. Por esta razón, también era conocida por castigar a los maridos infieles.
Era la protectora de las mujeres, presidiendo los matrimonios y los nacimientos. Mientras que Hera fue adorada en todas partes de Grecia, los templos fueron erigidos en su honor en Argos y Salmos. El pavo real era sagrado para ella.
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