Educación inicial y de educació
n preescolarr
Los conceptos de educación inicial y de educación preescolar, en
algunos documentos internacionales, se ven como sinónimos para connotar la
formación que se le da a los niños en los primeros seis años de vida. Sin
embargo, sus prácticas difieren en cuanto a que la primera se refiere al
desarrollo y la segunda al aprendizaje.
No obstante, en Colombia, no es tan claro el hecho
mismo de qué significa la educación inicial y la educación preescolar. Para
ello habría que hacer énfasis en la Ley General de Educación –Ley 115 de 1994-,
la cual establece en su Artículo 11 los niveles de la educación formal,
identificando como parte integral del sistema educativo el preescolar, aunque
solo exige un grado de forma obligatoria; cabe resaltar que aunque el Artículo
17 de la misma ley gira en torno a este grado obligatorio, no hace
diferenciación sobre los años de escolaridad, ni la importancia de los mismos.
Los grados anteriores a la educación primaria son vistos como optativos y, en
algunos casos, poco necesarios dentro de los procesos de adquisición del conocimiento
en la educación básica primaria.
Empero, cabe también resaltar los esfuerzos que ha
hecho el Estado colombiano en la última década por estar en sintonía con la
comunidad internacional, que en diferentes oportunidades ha hablado de la
infancia y de su formación.
El cuidado de la primera infancia necesita de
profesionales para la importante función que deben cumplir en la sociedad: la
formación de las futuras generaciones del país. Siendo los primeros años
fundamentales en la configuración del conocimiento, se necesita proporcionar a
los infantes experiencias ricas y estimulantes, adecuadas a su edad, desde los
primeros años y momentos de su vida, que gocen además de calidad.
Frente al tema es importante evidenciar el proceso
que ha sufrido el país en la década de los noventas del siglo pasado y la
primera década de este siglo en relación a la formación del personal a cargo de
los niños, debido a que ésta es una de las diferencias más notorias sobre las
concepciones de la educación inicial en diferencia de la preescolar.
En el caso de la primera infancia (0-3 años), en la
década de los noventa, la formación estaba dada en sala cunas, que en muchas
ocasiones eran manejadas por personal sin formación pedagógica, muestra de ello
es el caso de las Madres Comunitarias, programa del ICBF, que buscaba era la
protección del menor en el caso de nutrición, atención básica en salud, pero que
distaban de la formación educativa.
“En el imaginario colectivo existe la idea de que
los maestros para los niños menores de tres años, no requieren mayor
preparación pedagógica y mucho menos formación universitaria. Para los primeros años, basta una persona que ayude a
los niños a sobrellevar la ausencia de sus padres en el jardín infantil, los
cuide con cierta vocación de madre o tía cariñosa y atienda sus necesidades de
alimentación e higiene y, por su puesto, les enseñe a controlar esfínteres.
Sin
embargo, un maestro para los más pequeños no sólo es un adulto que los cuida,
sino, además, es un adulto que los ayuda a descubrir y a construir una imagen
del mundo, a establecer relaciones con los demás, con su entorno y consigo
mismos. Es decir, desempeña un papel fundamental porque actúa como un agente
socializador que media entre la sociedad, la cultura, el entorno y los niños. Pérez,
Sandoval, Delgadillo & Bonilla (2009) (p.68)
Aunque el programa del ICBF se basa en la primera
concepción del cuidador, existen en la formación de la primera infancia otros
casos, como los de las Escuelas Maternas, por ejemplo la de la Universidad
Pedagógica Nacional, programa que no solo nace como forma de colaborarle a las
estudiantes que se embarazaban a tempranas edades para el cuidado de sus hijos,
y la disminución de la deserción universitaria; sino que se ve como un lugar de
estimulación temprana, de formación, de socialización y del aprender a convivir.
En cambio, la educación preescolar en el país ha
estado relacionada con procesos de formación de profesorado a nivel de
educación superior universitario, proliferando programas de Licenciaturas en Pedagogía
Infantil, en diversas Instituciones de Educación Superior en el país.
La importancia de la formación de los profesionales
que deben atender a la población infantil radica, en lo que plantea Guerrero
(2000):
“Si los niños no son iguales, no aprenden de la
misma manera, no evolucionan por el mismo camino, no pueden ni necesitan
alcanzar necesariamente las mismas metas en todos los campos, me resultaría
impensable el rol del educador sin un conocimiento previo de las diferencias,
sin habilidades para estimular y atender procesos distintos al mismo tiempo,
sin capacidad para interaccionar con los niños rescatando sus aciertos y
cualidades por encima de sus fallas para fortalecer su autonomía y su
autoconfianza antes que su pasividad y sumisión. (En línea)
Esto quiere decir, que se necesita de profesionales
altamente cualificados para atender a la primera infancia, pues su conocimiento
permitirá el estímulo, la autonomía y la confianza del niño; lo que, como se
había mencionado ya anteriormente, disminuirá las dificultades de éste cuando
ingrese en la educación básica y le permitirá afianzar procesos que
posteriormente utilizará en su proyecto de vida profesional.
El mismo autor agrega posteriormente, en esta misma
línea que: Estamos hablando de modificar el contenido de los programas de
atención infantil, diversificando sus metas y flexibilizando sus medios, y de
los programas de capacitación de agentes educativos […] poniendo énfasis en las
habilidades de interacción, empatía, en la sociabilidad, en la capacidad de
análisis de situaciones y de adaptación flexible a las demandas imprevistas del
proceso; además, de los criterios y procedimientos que les permitirían identificar,
estimular y aprovechar los talentos potenciales de sus niños. (Guerrero, 2000,
En Línea)
Así las cosas, la educación y especialmente la
educación inicial centrada en niños y niñas menores de seis años debe entonces
“…repensar y reorganizar la práctica pedagógica acorde con las características
y particularidades de las instituciones, los niños y las niñas, y sus
familias”. (Lineamiento Pedagógico & Curricular para la educación inicial, 2010).
Así mismo Rose (2012) refiere que ya no será necesario centrarse en el déficit
o la patología sino que la preocupación debe dirigirse ahora al crecimiento y
fortalecimiento de las capacidades humanas.
De igual manera Grinberg, (2008, 2011), siguiendo a
Rose, afirma que ya no es posible pensar la dicotomía normal/ anormal, ya que
ahora estos conceptos serían motivo de ofensa, debido a la emergencia de nuevas
nociones como: diversidad, inclusión, creatividad, sensibilidad, ética, estética,
cambio, entre otros conceptos que definen lo bueno y el deber ser de la
subjetividad del tiempo presente, por medio de argumentos como los derechos, la
potencialización del desarrollo, la autonomía, el bienestar, la calidad de
vida, las capacidades, nociones que se construyen a partir de prácticas
sociales que al ser reconocidas por las disciplinas en unión con los Estados
naciones van construyendo nuevas subjetividades y nuevos sujetos de
conocimiento.
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