jueves, 14 de mayo de 2020

Educación inicial y de educación preescolar


Educación inicial y de educació
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Los conceptos de educación inicial y de educación preescolar, en algunos documentos internacionales, se ven como sinónimos para connotar la formación que se le da a los niños en los primeros seis años de vida. Sin embargo, sus prácticas difieren en cuanto a que la primera se refiere al desarrollo y la segunda al aprendizaje.

No obstante, en Colombia, no es tan claro el hecho mismo de qué significa la educación inicial y la educación preescolar. Para ello habría que hacer énfasis en la Ley General de Educación –Ley 115 de 1994-, la cual establece en su Artículo 11 los niveles de la educación formal, identificando como parte integral del sistema educativo el preescolar, aunque solo exige un grado de forma obligatoria; cabe resaltar que aunque el Artículo 17 de la misma ley gira en torno a este grado obligatorio, no hace diferenciación sobre los años de escolaridad, ni la importancia de los mismos. Los grados anteriores a la educación primaria son vistos como optativos y, en algunos casos, poco necesarios dentro de los procesos de adquisición del conocimiento en la educación básica primaria.
Empero, cabe también resaltar los esfuerzos que ha hecho el Estado colombiano en la última década por estar en sintonía con la comunidad internacional, que en diferentes oportunidades ha hablado de la infancia y de su formación.

El cuidado de la primera infancia necesita de profesionales para la importante función que deben cumplir en la sociedad: la formación de las futuras generaciones del país. Siendo los primeros años fundamentales en la configuración del conocimiento, se necesita proporcionar a los infantes experiencias ricas y estimulantes, adecuadas a su edad, desde los primeros años y momentos de su vida, que gocen además de calidad.

Frente al tema es importante evidenciar el proceso que ha sufrido el país en la década de los noventas del siglo pasado y la primera década de este siglo en relación a la formación del personal a cargo de los niños, debido a que ésta es una de las diferencias más notorias sobre las concepciones de la educación inicial en diferencia de la preescolar.

En el caso de la primera infancia (0-3 años), en la década de los noventa, la formación estaba dada en sala cunas, que en muchas ocasiones eran manejadas por personal sin formación pedagógica, muestra de ello es el caso de las Madres Comunitarias, programa del ICBF, que buscaba era la protección del menor en el caso de nutrición, atención básica en salud, pero que distaban de la formación educativa.

“En el imaginario colectivo existe la idea de que los maestros para los niños menores de tres años, no requieren mayor preparación pedagógica y mucho menos formación universitaria. Para los primeros años, basta una persona que ayude a los niños a sobrellevar la ausencia de sus padres en el jardín infantil, los cuide con cierta vocación de madre o tía cariñosa y atienda sus necesidades de alimentación e higiene y, por su puesto, les enseñe a controlar esfínteres. 
Sin embargo, un maestro para los más pequeños no sólo es un adulto que los cuida, sino, además, es un adulto que los ayuda a descubrir y a construir una imagen del mundo, a establecer relaciones con los demás, con su entorno y consigo mismos. Es decir, desempeña un papel fundamental porque actúa como un agente socializador que media entre la sociedad, la cultura, el entorno y los niños. Pérez, Sandoval, Delgadillo & Bonilla (2009) (p.68)

Aunque el programa del ICBF se basa en la primera concepción del cuidador, existen en la formación de la primera infancia otros casos, como los de las Escuelas Maternas, por ejemplo la de la Universidad Pedagógica Nacional, programa que no solo nace como forma de colaborarle a las estudiantes que se embarazaban a tempranas edades para el cuidado de sus hijos, y la disminución de la deserción universitaria; sino que se ve como un lugar de estimulación temprana, de formación, de socialización y del aprender a convivir.

En cambio, la educación preescolar en el país ha estado relacionada con procesos de formación de profesorado a nivel de educación superior universitario, proliferando programas de Licenciaturas en Pedagogía Infantil, en diversas Instituciones de Educación Superior en el país.
La importancia de la formación de los profesionales que deben atender a la población infantil radica, en lo que plantea Guerrero (2000):

“Si los niños no son iguales, no aprenden de la misma manera, no evolucionan por el mismo camino, no pueden ni necesitan alcanzar necesariamente las mismas metas en todos los campos, me resultaría impensable el rol del educador sin un conocimiento previo de las diferencias, sin habilidades para estimular y atender procesos distintos al mismo tiempo, sin capacidad para interaccionar con los niños rescatando sus aciertos y cualidades por encima de sus fallas para fortalecer su autonomía y su autoconfianza antes que su pasividad y sumisión. (En línea)

Esto quiere decir, que se necesita de profesionales altamente cualificados para atender a la primera infancia, pues su conocimiento permitirá el estímulo, la autonomía y la confianza del niño; lo que, como se había mencionado ya anteriormente, disminuirá las dificultades de éste cuando ingrese en la educación básica y le permitirá afianzar procesos que posteriormente utilizará en su proyecto de vida profesional.

El mismo autor agrega posteriormente, en esta misma línea que: Estamos hablando de modificar el contenido de los programas de atención infantil, diversificando sus metas y flexibilizando sus medios, y de los programas de capacitación de agentes educativos […] poniendo énfasis en las habilidades de interacción, empatía, en la sociabilidad, en la capacidad de análisis de situaciones y de adaptación flexible a las demandas imprevistas del proceso; además, de los criterios y procedimientos que les permitirían identificar, estimular y aprovechar los talentos potenciales de sus niños. (Guerrero, 2000, En Línea)

Así las cosas, la educación y especialmente la educación inicial centrada en niños y niñas menores de seis años debe entonces “…repensar y reorganizar la práctica pedagógica acorde con las características y particularidades de las instituciones, los niños y las niñas, y sus familias”. (Lineamiento Pedagógico & Curricular para la educación inicial, 2010). Así mismo Rose (2012) refiere que ya no será necesario centrarse en el déficit o la patología sino que la preocupación debe dirigirse ahora al crecimiento y fortalecimiento de las capacidades humanas.

De igual manera Grinberg, (2008, 2011), siguiendo a Rose, afirma que ya no es posible pensar la dicotomía normal/ anormal, ya que ahora estos conceptos serían motivo de ofensa, debido a la emergencia de nuevas nociones como: diversidad, inclusión, creatividad, sensibilidad, ética, estética, cambio, entre otros conceptos que definen lo bueno y el deber ser de la subjetividad del tiempo presente, por medio de argumentos como los derechos, la potencialización del desarrollo, la autonomía, el bienestar, la calidad de vida, las capacidades, nociones que se construyen a partir de prácticas sociales que al ser reconocidas por las disciplinas en unión con los Estados naciones van construyendo nuevas subjetividades y nuevos sujetos de conocimiento.

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