viernes, 15 de mayo de 2020

Educacion inicial I


Componentes estructurantes Educacion inicial I

Los componentes estructurantes: dimensiones, pilares, ejes y desarrollos por fortalecer, el lineamiento pedagógico y curricular se referencian así:

Las dimensiones: se presentan como el marco general para entender el proceso de desarrollo infantil, estas son: la personal-social, la corporal, la comunicativa, la artística y, la cognitiva. 

Parten de la individualidad de los niños y las niñas respondiendo a intereses, motivaciones, actitudes y aptitudes. Se entiende así, que el niño se desarrolla como totalidad, de ahí que los factores, biológicos, históricos, sociales, culturales…,sean elementos imprescindibles y determinantes del desarrollo y la actividad de los niños y las niñas.

El Lineamiento Pedagógico & Cirricular (2010) hace claridad en que estas dimensiones tienen inmersas en sí mismas una concepción de desarrollo humano, desde la cual se reconoce que cada uno de los factores que integran e inciden en la construcción de los niños y las niñas, son relevantes y, por tal motivo, se concibe el desarrollo como un entramado biológico, psicológico, social, cultural e histórico que fortalece y trabaja las comprensiones, saberes, sentimientos, capacidades y habilidades básicas para la construcción del sí mismo, y ese seren- el mundo.

Los pilares: este segundo componente, cuyos elementos, -el juego, el arte, la literatura y la exploración del medio-, proponen formas a través de las cuales los niños y las niñas se relacionan entre sí, con docentes, directivos y demás actores del contextos escolar y, con el mundo para darle sentido. Se presentan como las formas más utilizadas por los adultos para comunicarse con los niños y las niñas, con el fin de fortalecer el desarrollo de las dimensiones y su vinculación a la cultura. 

Estos pilares vertebran el trabajo pedagógico, pues será a través de ellos que las dimensiones pueden ser potencializadas y desarrolladas.

El juego, sería considerado como una de las características de la infancia moderna; sin embargo, este pilar al igual que el arte, la literatura y la exploración del medio, transformados en una actividad educativa bajo la regulación de la lógica escolar, poco tiene que ver con la práctica social, como se entiende naturalmente.
Como lo indican Milstein & Mendes (1999), a través de sus investigaciones antropológicas con niños y niñas, estas actividades en los contextos escolares tienen objetivos que los orientan, relativamente ajenos en sí mismos; claros y certeros relacionados con la enseñanza y el aprendizaje y, por lo tanto, vinculados a necesidades individuales, rendimientos y comportamientos.

Los ejes de trabajo pedagógico: el Lineamiento Pedagógico y Currícular hace referencia a este componente como el organizador del trabajo pedagógico, el cual permite determinar el sentido de la acción pedagógica para favorecer el desarrollo de las dimensiones en el escenario educativo. Responde a la pregunta sobre qué aspectos se deben trabajar en a cotidianidad del jardín infantil. En este sentido desde la dimensión personal-social, se proponen prácticas pedagógicas en función de la identidad, la autonomía y la convivencia. En la dimensión corporal, los ejes por desarrollar son el cuerpo: su imagen, percepción y conocimiento; el movimiento como medio de interacción; la expresión y la creatividad del cuerpo en movimiento.

Los ejes de la dimensión comunicativa se centran en la comunicación no verbal, la comunicación oral y la comunicación escrita. Así mismo los ejes de la dimensión artística en cuanto a la sensibilidad, la expresión, la creatividad y el sentido estéti
co. Y, por último, los ejes de la dimensión cognitiva cuyas prácticas abarcan la relación con la naturaleza, la relación con los grupos humanos proceso compartido por diversos actores. Así mismo debe llevarse a cabo a través de muchas estrategias o medios con el fin de captar lo que el niño o la niña es, sabe y es capaz de hacer. Para esto la información debe ser registrada en: observadores, registros anecdóticos, muestras de eventos en tiempos específicos, muestra de trabajos y, carpetas de trabajos.

Ahora bien, esta conceptualización tanto de los estándares técnicos como de los componentes estructurantes del Lineamiento Pedagógico y Curricular para la Educación Inicial en el Distrito, se encuentra permeada por una concepción de desarrollo humano, basado en las pretensiones de verdad, especialmente de la psicología del desarrollo.

El eje de esta especialidad de la psicología, centra su interés en localizar las capacidades en el interior de los niños y las niñas y, por tanto, en el dominio de la misma psicología. Las pretensiones de verdad de esta disciplina están basadas en la constitución del individuo como objeto para la ciencia (Walkerdine, 1995). En este sentido las prácticas pedagógicas en los jardines infantiles estarían totalmente saturadas de la noción de una secuencia normalizada de desarrollo infantil, de modo que tales prácticas ayudarían a producir niños y niñas en tanto objetos de su concepción.

La disciplinarización de la psicología vinculada con las tecnologías del poder político, a través de los componentes estructurantes como parte del Lineamiento Pedagógico y Currícular, -vistos éstos como programas o estrategias para la conducción de la conducta-, aseguran el bienestar y la normalidad física y mental, en este caso, la de los niños y las y prácticas culturales y, las relaciones lógico-matemáticas.

Los desarrollos por fortalecer: este componente centra su actividad principal en la observación y
seguimiento al desarrollo, en este sentido, se piensa que los niños y las niñas deben ser observados de acuerdo a sus propias características y ritmos de desarrollo. De igual manera, el seguimiento debe entenderse como un proceso integral que debe hacerse en situaciones cotidianas no instrumentalizadas, basadas en un acompañamiento continuo, sistemático e intencional. Debe entenderse como un niñas, en términos de moldear y regular las maneras en que se lleva adelante su existencia como futuros ciudadanos; de modo que ejerzan su privacidad y libertad de acuerdo con ciertas pautas de normalidad dadas por las disciplinas científicas, especialmente la psicología del desarrollo.

Ahora bien, la promoción del autocuidado a través de la actividad física, la recreación, el descanso, la higiene personal, los hábitos alimentarios y, la prevención de factores de riesgo, -como prácticas saludables y protectoras para satisfacer las necesidades físicas y emocionales de los niños y las niñas-, funcionan como prácticas pedagógicas marcadas por la estetización de los cuerpos de los niños y las niñas en los jardines infantiles, y se presentan como rasgos primordiales de civilización de la modernidad.

Como lo indican Sáenz et al., (1997) estas prácticas estarían permeadas por las disciplinas médicas, especialmente por la rama de la higiene, la cual tiene como principio fundamental la prevención de la enfermedad en todas sus dimensiones: física, mental y moral. Así el discurso de la higiene se convertiría en un mediador entre el saber médico y la pedagogía, lo cual garantizó la salud y el desarrollo de los alumnos.
De igual manera, Pedraza (2009), relaciona estos elementos como parte del estilo de vida saludable que han servido para ostentar campañas de salud, caracterizados por la expansión de la político-sanitaria, y que representa la noción de vida saludable. Este como principio estético para guiar la vida, el que la sociedad y los individuos han adoptado como experiencia de la noción de riesgo. Según Pedraza, esto significa que los ciudadanos sienten que el cuerpo y la salud son vulnerables y están en permanente amenaza. Así con esta sensación se adopta un estilo de vida saludable como medida de control del riesgo.

Es de anotar, que las práctica de estos componentes estructurantes y la adopción del estilo de vida saludable, se configuran en experiencias sensibles en los cuerpos de los niños y las niñas, que a través de argumentos subjetivos como desarrollo humano, capacidades, derechos, bienestar, autonomía, identidad…alcanzan el logro de la individualidad, que muestra los intereses del Estado, susceptibles de ejercer sobre los actores del contexto escolar, especialmente de los niños y las niñas. Forman parte del sentido común de las prácticas pedagógicas modernas, de los principios de la psicología del desarrollo y de la ciencia médica, especialmente de la rama de la higiene. Son tan obvias tanto para los jardines infantiles como para los psicólogos del desarrollo y la puericultura que es difícil ver con precisión qué se podría cuestionar de ellas (Walkerdine, 1995).

Parafraseando a Pedraza (2007) lo moderno conseguido en cada persona y en poblaciones enteras gracias, en este caso, a lo que los maestros, psicólogos, pedagogos, padres, funcionarios… inculcan mediante formas de actuar, de sentir, de vestir, de comer, de organizar el tiempo y el espacio, de concebir las capacidades y potencialidades, de sentirse parte de una nación de conocer y de pensar, engranada en esta población de los niños y las niñas en el contexto de los jardines infantiles. A partir estas concepciones los jardines infantiles, en tanto instituciones formadoras de sujetos, inician el largo proceso civilizatorio. A través de las prácticas pedagógicas los niños y las niñas ahora viven un proceso de transformación, en el que el tiempo y el espacio son ajustados y organizados en el contexto escolar, para que ellos y ellas se encuentren, se conozcan y donde adquieran las herr
amientas que les permitirán convertirse en sujetos con derechos, competentes, creativos, sensibles e inteligentes.
La literatura uno de los pilares que permite la enseñanza de las dimensiones, ejes y desarrollos por fortalecer Luego de conocer el discurso pedagógico consignado en los textos gubernamentales en forma de política pública, en este apartado se pasará a observar cómo se puede generar la formación del niño a través de la práctica de uno de los pilares: la literatura. Para ello, primero se partirá de la definición de la literatura, para luego detenerse en las posibilidades que genera dentro del desarrollo y aprendizaje del niño, como también algunas de las dificultades que existen en este momento frente a este aspecto.

Primero, debemos establecer que la literatura es un producto social que permite al lector identificarse como individuo con las historias de otros seres que viven en sociedades, piensan, reflexionan y sufren con problemas similares a los suyos. También es un proceso comunicativo básico, pues posee un emisor, un mensaje y un receptor que interactúan dialógicamente. El emisor, el autor, debe pensar a su receptor para el proceso creativo. El mensaje está dictado por la interpretación, es decir, por la posibilidad de construcción del conocimiento a través de la acumulación previa.
Lo anterior lleva a pensar que fomentar el conocimiento del infante a través del pilar de la literatura permite comprender, al mismo tiempo, el mundo en que se vive y la identidad propia del individuo; entonces la literatura le permite al estudiante dialogar no solo con el autor y el texto, sino también con los contextos culturales en los que se desarrollan las historias, como comprender, a su vez, los marcos éticos y estéticos en las que fueron construidas. Frente a este tema Dubois (1998), recordando a Rosenblatt plantea:
En efecto, ya en 1938 señalaba el hecho de que la enseñanza de la literatura implica, de manera consciente o inconsciente, el refuerzo de actitudes éticas, desde el momento en que ninguna obra literaria puede “tratarse de manera vital” sin confrontar algunos problemas de ética. […] En su primera obra ponía demás el acento en que la experiencia de la literatura es para el lector un “medio de exploración”, dado que lejos de ser “un proceso pasivo de absorción es una forma intensa de actividad personal”(p.2)

Quiere decir esto que en el proceso de la lectura –sea mental o en voz alta-, el niño no solo está poniendo atención a la trama de la historia, sino que está configurando su mundo interno con las experiencias que en su corta edad ha experimentado en su ambiente familiar y social. La literatura entonces le permitirá apropiar procesos identitarios y, a su vez, le fomentará la toma de decisiones y la resolución de los problemas de carácter ético.

Ahora bien, Culler ( 2000) , en su libro Breve Introducción a la Teoría Literaria, da a la literatura algunas características como son: la capacidad que tiene para hacer notar que se está trabajando con lenguaje y, a su vez, de integrarlo como parte fundamental generadora de relaciones de sentido; es ficción, “la obra literaria es un suceso lingüístico que proyecta un mundo ficticio en el que se incluyen el emisor, los participantes de la acción, las acciones y un receptor implícito...” (2000: p.43); es un objeto estético; y, por último, es una construcción intertextual y autor reflexiva.

Sin embargo, tanto Culler como otros teóricos de la literatura, muestran la imposibilidad que existe de delimitar el término; por ejemplo, Terry Eagleton en su libro Una introducción a la teoría literaria, establece que es incorrecto definir literatura como ficción o imaginación solamente; se debe tener en cuenta su relación con la forma, o el empleo del lenguaje propio de la literatura.

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Doctorado. Recursos lexicales parentales y medíaticos

 Curriculo. Grado undécimo. Bachillerato Humanidades. Por John Jairo Botero González.