Componentes estructurantes Educacion inicial I
Los componentes estructurantes: dimensiones,
pilares, ejes y desarrollos por fortalecer, el lineamiento pedagógico y
curricular se referencian así:
Las dimensiones: se presentan como el marco general
para entender el proceso de desarrollo infantil, estas son: la personal-social,
la corporal, la comunicativa, la artística y, la cognitiva.
Parten de la
individualidad de los niños y las niñas respondiendo a intereses, motivaciones,
actitudes y aptitudes. Se entiende así, que el niño se desarrolla como totalidad, de ahí que los factores, biológicos, históricos, sociales, culturales…,sean
elementos imprescindibles y determinantes del desarrollo y la actividad de los
niños y las niñas.
El Lineamiento Pedagógico & Cirricular (2010)
hace claridad en que estas dimensiones tienen inmersas en sí mismas una
concepción de desarrollo humano, desde la cual se reconoce que cada uno de los
factores que integran e inciden en la construcción de los niños y las niñas,
son relevantes y, por tal motivo, se concibe el desarrollo como un entramado
biológico, psicológico, social, cultural e histórico que fortalece y trabaja
las comprensiones, saberes, sentimientos, capacidades y habilidades básicas
para la construcción del sí mismo, y ese seren- el mundo.
Los pilares: este segundo componente, cuyos
elementos, -el juego, el arte, la literatura y la exploración del medio-, proponen
formas a través de las cuales los niños y las niñas se relacionan entre sí, con
docentes, directivos y demás actores del contextos escolar y, con el mundo para
darle sentido. Se presentan como las formas más utilizadas por los adultos para
comunicarse con los niños y las niñas, con el fin de fortalecer el desarrollo
de las dimensiones y su vinculación a la cultura.
Estos pilares vertebran el trabajo
pedagógico, pues será a través de ellos que las dimensiones pueden ser potencializadas
y desarrolladas.
El juego, sería considerado como una de las
características de la infancia moderna; sin embargo, este pilar al igual que el
arte, la literatura y la exploración del medio, transformados en una actividad
educativa bajo la regulación de la lógica escolar, poco tiene que ver con la práctica
social, como se entiende naturalmente.
Como lo indican Milstein & Mendes (1999), a
través de sus investigaciones antropológicas con niños y niñas, estas actividades
en los contextos escolares tienen objetivos que los orientan, relativamente
ajenos en sí mismos; claros y certeros relacionados con la enseñanza y el
aprendizaje y, por lo tanto, vinculados a necesidades individuales,
rendimientos y comportamientos.
Los ejes de trabajo pedagógico: el Lineamiento
Pedagógico y Currícular hace referencia a este componente como el organizador
del trabajo pedagógico, el cual permite determinar el sentido de la acción
pedagógica para favorecer el desarrollo de las dimensiones en el escenario
educativo. Responde a la pregunta sobre qué aspectos se deben trabajar en a
cotidianidad del jardín infantil. En este sentido desde la dimensión personal-social,
se proponen prácticas pedagógicas en función de la identidad, la autonomía y la
convivencia. En la dimensión corporal, los ejes por desarrollar son el cuerpo:
su imagen, percepción y conocimiento; el movimiento como medio de interacción;
la expresión y la creatividad del cuerpo en movimiento.
Los ejes de la dimensión comunicativa se centran en
la comunicación no verbal, la comunicación oral y la comunicación escrita. Así
mismo los ejes de la dimensión artística en cuanto a la sensibilidad, la
expresión, la creatividad y el sentido estéti
co. Y, por último, los ejes de la
dimensión cognitiva cuyas prácticas abarcan la relación con la naturaleza, la
relación con los grupos humanos proceso compartido por diversos actores. Así
mismo debe llevarse a cabo a través de muchas estrategias o medios con el fin
de captar lo que el niño o la niña es, sabe y es capaz de hacer. Para esto la
información debe ser registrada en: observadores, registros anecdóticos, muestras
de eventos en tiempos específicos, muestra de trabajos y, carpetas de trabajos.
Ahora bien, esta conceptualización tanto de los
estándares técnicos como de los componentes estructurantes del Lineamiento
Pedagógico y Curricular para la Educación Inicial en el Distrito, se encuentra
permeada por una concepción de desarrollo humano, basado en las pretensiones de
verdad, especialmente de la psicología del desarrollo.
El eje de
esta especialidad de la psicología, centra su interés en localizar las capacidades
en el interior de los niños y las niñas y, por tanto, en el dominio de la misma
psicología. Las pretensiones de verdad de esta disciplina están basadas en la
constitución del individuo como objeto para la ciencia (Walkerdine, 1995). En
este sentido las prácticas pedagógicas en los jardines infantiles estarían
totalmente saturadas de la noción de una secuencia normalizada de desarrollo
infantil, de modo que tales prácticas ayudarían a producir niños y niñas en
tanto objetos de su concepción.
La disciplinarización de la psicología vinculada
con las tecnologías del poder político, a través de los componentes
estructurantes como parte del Lineamiento Pedagógico y Currícular, -vistos
éstos como programas o estrategias para la conducción de la conducta-, aseguran
el bienestar y la normalidad física y mental, en este caso, la de los niños y
las y prácticas culturales y, las relaciones lógico-matemáticas.
Los desarrollos por fortalecer: este componente
centra su actividad principal en la observación y
seguimiento al desarrollo, en
este sentido, se piensa que los niños y las niñas deben ser observados de
acuerdo a sus propias características y ritmos de desarrollo. De igual manera,
el seguimiento debe entenderse como un proceso integral que debe hacerse en
situaciones cotidianas no instrumentalizadas, basadas en un acompañamiento
continuo, sistemático e intencional. Debe entenderse como un niñas, en términos
de moldear y regular las maneras en que se lleva adelante su existencia como
futuros ciudadanos; de modo que ejerzan su privacidad y libertad de acuerdo con
ciertas pautas de normalidad dadas por las disciplinas científicas,
especialmente la psicología del desarrollo.
Ahora bien, la promoción del autocuidado a través
de la actividad física, la recreación, el descanso, la higiene personal, los
hábitos alimentarios y, la prevención de factores de riesgo, -como prácticas
saludables y protectoras para satisfacer las necesidades físicas y emocionales
de los niños y las niñas-, funcionan como prácticas pedagógicas marcadas por la
estetización de los cuerpos de los niños y las niñas en los jardines infantiles,
y se presentan como rasgos primordiales de civilización de la modernidad.
Como lo indican Sáenz et al., (1997) estas
prácticas estarían permeadas por las disciplinas médicas, especialmente por la
rama de la higiene, la cual tiene como principio fundamental la prevención de
la enfermedad en todas sus dimensiones: física, mental y moral. Así el discurso
de la higiene se convertiría en un mediador entre el saber médico y la pedagogía,
lo cual garantizó la salud y el desarrollo de los alumnos.
De igual manera, Pedraza (2009), relaciona estos
elementos como parte del estilo de vida saludable que han servido para ostentar
campañas de salud, caracterizados por la expansión de la político-sanitaria, y
que representa la noción de vida saludable. Este como principio estético para
guiar la vida, el que la sociedad y los individuos han adoptado como
experiencia de la noción de riesgo. Según Pedraza, esto significa que los
ciudadanos sienten que el cuerpo y la salud son vulnerables y están en permanente
amenaza. Así con esta sensación se adopta un estilo de vida saludable como
medida de control del riesgo.
Es de anotar, que las práctica de estos componentes
estructurantes y la adopción del estilo de vida saludable, se configuran en
experiencias sensibles en los cuerpos de los niños y las niñas, que a través de
argumentos subjetivos como desarrollo humano, capacidades, derechos, bienestar,
autonomía, identidad…alcanzan el logro de la individualidad, que muestra los
intereses del Estado, susceptibles de ejercer sobre los actores del contexto
escolar, especialmente de los niños y las niñas. Forman parte del sentido común
de las prácticas pedagógicas modernas, de los principios de la psicología del
desarrollo y de la ciencia médica, especialmente de la rama de la higiene. Son
tan obvias tanto para los jardines infantiles como para los psicólogos del
desarrollo y la puericultura que es difícil ver con precisión qué se podría
cuestionar de ellas (Walkerdine, 1995).
Parafraseando a Pedraza (2007) lo moderno
conseguido en cada persona y en poblaciones enteras gracias, en este caso, a lo
que los maestros, psicólogos, pedagogos, padres, funcionarios… inculcan
mediante formas de actuar, de sentir, de vestir, de comer, de organizar el
tiempo y el espacio, de concebir las capacidades y potencialidades, de sentirse
parte de una nación de conocer y de pensar, engranada en esta población de los
niños y las niñas en el contexto de los jardines infantiles. A partir estas
concepciones los jardines infantiles, en tanto instituciones formadoras de
sujetos, inician el largo proceso civilizatorio. A través de las prácticas
pedagógicas los niños y las niñas ahora viven un proceso de transformación, en
el que el tiempo y el espacio son ajustados y organizados en el contexto
escolar, para que ellos y ellas se encuentren, se conozcan y donde adquieran las
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amientas que les permitirán convertirse en sujetos con derechos, competentes, creativos, sensibles e inteligentes.
amientas que les permitirán convertirse en sujetos con derechos, competentes, creativos, sensibles e inteligentes.
La literatura uno de los pilares que permite la
enseñanza de las dimensiones, ejes y desarrollos por fortalecer Luego de
conocer el discurso pedagógico consignado en los textos gubernamentales en
forma de política pública, en este apartado se pasará a observar cómo se puede
generar la formación del niño a través de la práctica de uno de los pilares: la
literatura. Para ello, primero se partirá de la definición de la literatura,
para luego detenerse en las posibilidades que genera dentro del desarrollo y
aprendizaje del niño, como también algunas de las dificultades que existen en
este momento frente a este aspecto.
Primero, debemos establecer que la literatura es un
producto social que permite al lector identificarse como individuo con las
historias de otros seres que viven en sociedades, piensan, reflexionan y sufren
con problemas similares a los suyos. También es un proceso comunicativo básico,
pues posee un emisor, un mensaje y un receptor que interactúan dialógicamente.
El emisor, el autor, debe pensar a su receptor para el proceso creativo. El
mensaje está dictado por la interpretación, es decir, por la posibilidad de
construcción del conocimiento a través de la acumulación previa.
Lo anterior lleva a pensar que fomentar el
conocimiento del infante a través del pilar de la literatura permite
comprender, al mismo tiempo, el mundo en que se vive y la identidad propia del individuo;
entonces la literatura le permite al estudiante dialogar no solo con el autor y
el texto, sino también con los contextos culturales en los que se desarrollan
las historias, como comprender, a su vez, los marcos éticos y estéticos en las
que fueron construidas. Frente a este tema Dubois (1998), recordando a Rosenblatt
plantea:
En efecto, ya en 1938 señalaba el hecho de que la
enseñanza de la literatura implica, de manera consciente o inconsciente, el
refuerzo de actitudes éticas, desde el momento en que ninguna obra literaria
puede “tratarse de manera vital” sin confrontar algunos problemas de ética. […]
En su primera obra ponía demás el acento en que la experiencia de la literatura
es para el lector un “medio de exploración”, dado que lejos de ser “un proceso
pasivo de absorción es una forma intensa de actividad personal”(p.2)
Quiere decir esto que en el proceso de la lectura
–sea mental o en voz alta-, el niño no solo está poniendo atención a la trama
de la historia, sino que está configurando su mundo interno con las experiencias
que en su corta edad ha experimentado en su ambiente familiar y social. La
literatura entonces le permitirá apropiar procesos identitarios y, a su vez, le
fomentará la toma de decisiones y la resolución de los problemas de carácter
ético.
Ahora bien, Culler ( 2000) , en su libro Breve
Introducción a la Teoría Literaria, da a la literatura algunas características como
son: la capacidad que tiene para hacer notar que se está trabajando con
lenguaje y, a su vez, de integrarlo como parte fundamental generadora de
relaciones de sentido; es ficción, “la obra literaria es un suceso lingüístico
que proyecta un mundo ficticio en el que se incluyen el emisor, los participantes
de la acción, las acciones y un receptor implícito...” (2000: p.43); es un
objeto estético; y, por último, es una construcción intertextual y autor
reflexiva.
Sin embargo, tanto Culler como otros teóricos de la
literatura, muestran la imposibilidad que existe de delimitar el término; por
ejemplo, Terry Eagleton en su libro Una introducción a la teoría literaria,
establece que es incorrecto definir literatura como ficción o imaginación
solamente; se debe tener en cuenta su relación con la forma, o el empleo del
lenguaje propio de la literatura.
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