CONCILIO
A partir de la figura de Cristo, surgen una serie de teorías en relación con el Hijo y su naturaleza en relación con El Padre. Antes de Jesús, tanto griegos como romanos, a excepción de los judíos, eran politeístas.
Entre las corrientes cristológicas, tres son las más significativas: el arrianismo, una variante surgida de ésta desarrollada por Eusebio de Nicomedia (Obispo de Beirut), y una tercera, promulgada por Atanasio de Alejandría.
El arrianismo, cuya teoría fue desarrollada por Arrio, Presbítero de Alejandría, afirmaba que Jesús no era Dios sino creado por éste. Esta teoría ponía a Jesús como un Profeta extraordinario, pero estaba lejos de atestiguar su divinidad. Seguidamente, Los semiarrianos decían que Padre e Hijo eran de sustancias similares, pero no iguales.
Constantino, representado por el Obispo Osio de Córdoba, falló a favor de la consubstancialidad propuesta por Atanasio, imponiendo su credo bajo pena de destierro, al que Arrio no suscribió, siendo expatriado bajo el apelativo de hereje.
La consubstancialidad fue la base del primer concilio, ya que, si bien a Hijo y Padre les corresponde la misma sustancia, el misterio de la Santísima Trinidad afirma que hay una única naturaleza divina, y tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, diferentes unas de otras.
El Concilio de Nicea fue la
antesala que determinó el cristianismo como religión del Imperio Romano en el
325 por Constantino.
Constantino El Grande debía
mantener la unidad del Imperio ante las diferentes amenazas que aquejaban en
ese momento histórico, la religión era una de ellas.
A partir de la figura de Cristo, surgen una serie de teorías en relación con el Hijo y su naturaleza en relación con El Padre. Antes de Jesús, tanto griegos como romanos, a excepción de los judíos, eran politeístas.
Entre las corrientes cristológicas, tres son las más significativas: el arrianismo, una variante surgida de ésta desarrollada por Eusebio de Nicomedia (Obispo de Beirut), y una tercera, promulgada por Atanasio de Alejandría.
El arrianismo, cuya teoría fue desarrollada por Arrio, Presbítero de Alejandría, afirmaba que Jesús no era Dios sino creado por éste. Esta teoría ponía a Jesús como un Profeta extraordinario, pero estaba lejos de atestiguar su divinidad. Seguidamente, Los semiarrianos decían que Padre e Hijo eran de sustancias similares, pero no iguales.
Atanasio, Obispo de Alejandría,
sostenía que Padre e Hijo eran ontológicamente iguales, es decir,
consustanciales.
Cabe mencionar que lo que se
juega aquí, no es solamente una cuestión de creencias religiosas, sino el poder
de la Iglesia Occidental, aun no fuertemente asentada, frente a la Iglesia
Oriental, más cercana al arrianismo que había tenido una fuerte acogida, sobre
todo entre los bárbaros, incorporados al Imperio Romano, en gran medida.
Bajo el Papado de Silvestre I,
que no asistió personalmente, pero envió en su lugar a dos representantes, más
trescientos obispos, se llevó a cabo el Concilio en el que se determinó la fe
del Imperio en Nicea, actual, Iznik (Turquía), en el 325.
Constantino, representado por el Obispo Osio de Córdoba, falló a favor de la consubstancialidad propuesta por Atanasio, imponiendo su credo bajo pena de destierro, al que Arrio no suscribió, siendo expatriado bajo el apelativo de hereje.
La consubstancialidad fue la base del primer concilio, ya que, si bien a Hijo y Padre les corresponde la misma sustancia, el misterio de la Santísima Trinidad afirma que hay una única naturaleza divina, y tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo, diferentes unas de otras.
Asimismo, el concilio fijó la
fecha de celebración de Las Pascuas cuyo seguimiento determinó el calendario
gregoriano de 1582.
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