domingo, 13 de febrero de 2022

 Las organizaciones educativas como sistemas

De comunicación.

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DE LA JERARQUÍA A LA REDARQUÍA, UN PASO MICROPOLÍTICO

 

 INTRODUCCIÓN

 La clave de éxito del establecimiento educativo en la revolución digital no se está dando, tanto por la capacidad tecnológica, como por la capacidad de transformación de las organizaciones a partir de la comunicación. Gestionar el talento colectivo implica cambiar nuestros procesos de gestión, entendiendo, desde la comunicación, como lo social y la dinamización colectiva, son claves, para reforzar los nuevos valores culturales en red.

 No en vano se habla de la digitalización - Entendida como la transformación digital de la institución en un proceso para redefinir y adecuar su modelo educativo para adaptarse a los cambios sufridos en los hábitos y costumbres tanto de la comunidad educativa, como de las comunidades sociales en el cual interactúa.- como un cambio cultural hacia organizaciones redárquicas. Transformación que revalúa el rol del directivo, del colaborador, de cómo se toman decisiones o de cómo se trabaja, toda vez que para impulsar el cambio cultural, se hace necesario que los directivos refuercen valores de interacción, confianza, desarrollo, autonomía, intraemprendeduría como claves de éxito de la organización.

 De allí que el modelo jerárquico y vertical vigente en nuestras organizaciones educativas no sirve para gestionar, la incertidumbre, el cambio y por ende la transformación de la calidad académica, toda vez que no confronta la racionalidad propia de las instituciones educativas, conforme a los interese de los actores de la comunidad educativa.

Dicho modelo atenta contra la calidad, lo que precisa la necesidad de plantear y poner en marcha de acciones socio-comunicativas y por ende pedagógicas, encaminadas a fortalecer la cultura organizacional del centro y las prácticas en el aula, a partir de la cooperación. Es justamente lo que se analiza en los diferentes tipos de interacciones comunicativas, que se registran en el interior de dichos sistemas, lo que pone de manifiesto las diversas formas en las que se produce la micropolítica de la organización escolar.

 Ello conlleva a una nueva narrativa misional, donde se hace necesario ser disruptivo y potenciar nuevas iniciativas a partir del orden y estabilidad. En dicho panorama, la clave puede estar en la transición, entre el poder/saber, basado en la autoridad y el conocimiento/información a partir de la gestión comunicativa; conforme a relaciones de participación y flujos de actividad, que surgen en la colaboración y la cooperación para empatizar y modular emocionalmente los mensajes en red de comunicación, enunciados como redarquía.

Allí se fundamenta la gestión de equipos y comunidades, en red de aprendizaje y práctica, que aceleran el aprendizaje organizativo y la transformación. Esto genera más compromiso con el cambio. Ahí se cimenta la micropolítica: una dinámica política al interior de las organizaciones donde convergen luchas y conflictos, en donde diversos actores y grupos de interés, que están inmersos en diversas dinámicas - conflictivas, de coalición, de negociación, luchas, de interés y control- reflejan una visión más política que académica constreñidas por las estructuras de poder vertical.

Las formas de poder, formal e informal se relacionan con las metas de los individuos - intereses, propósitos, preferencias- e incluso con las acciones políticas -decisiones, acontecimientos, actividades-.  De otro lado están las diferencias o discrepancias entre los miembros de la organización - valores, creencias, necesidades, ideologías, metas- que interactúan en las acciones organizativas, bien sea motivadas de modo consciente o inconsciente a partir de: acciones estratégicas, calculadas, propositivas, o acciones rutinarias e incluso de la acción, la omisión o la negligencia.

 El presente reporte de lectura en torno a la reflexiones expuestas en el  artículo de Eduardo Terrén: “Las organizaciones educativas como sistemas de comunicación”, un enfoque micropolítico a partir del proyecto de investigación «Configuraciones organizativas y modelos profesionales: análisis de las relaciones entre la profesión, la organización y el entorno escolares», dirigido por el profesor Fernández Enguita, nos permite referenciar cómo la micropolítica se refiere a la utilización, por parte de individuos y grupos, del poder formal e informal para lograr sus metas en la organización .

 Resalta el autor el valor de la información y el conocimiento y la noción de cambio en las instituciones, a partir de esos dos factores, para el fortalecimiento del conocimiento en red; razón por la cual centra su interés en la posibilidad de analizar los centros educativos como centros de comunicación, como escenarios de micropolitica organizacional, abarcando todas las  estrategias a través de las cuales los individuos y los grupos, en contextos organizativos, tratan de usar sus recursos de poder e influencia, para promover agendas ocultas, lo que implica fundamentos centrados en la noción de conflicto.

Huelga decir que el cambio es el nuevo paradigma, y la innovación el principal reto, comunicativo, del trabajo en red; máxime cuando la perspectiva de análisis propuesta se centra en la relación entre micropolítica, cambio y comunicación y donde la cultura de la organización es un campo esencialmente conflictivo, en el que compiten o coexisten diferentes interpretaciones y manejos de la situación

 EL ENFOQUE MICROPOLÍTICO DE LA ORGANIZACIÓN EDUCATIVA

Destaca el autor el valor de la información y el conocimiento en el interregno del poder/saber cómo modelo vertical de la información basado en la autoridad, para vislumbrar otro, donde la información privilegia el trabajo en red, es decir que los establecimientos educativos puedan estudiarse como sistemas de comunicación en un conjunto de intercambios informativos, que fluyen a través de las redes, como escenario de la micropolítica de la organización.

Fundamenta su análisis en el gobierno escolar como política y en ella advierte la presencia de agentes educativos y recursos. Los primeros como individuos que forman redes de lógica acción e interacción, que confieren un valor real a los recursos de que dispone la organización y asume que la misma, como institución administradora de conocimiento, se dota  de un proyecto, propio de cultura colaborativa  y de desarrollado como comunidad; que denota información, en lo que él denomina capital relacional, es decir, ese conjunto de saberes dotado de conocimiento, debido las relaciones  institucionales que mantiene los centros con  otros agentes y que le reportan un valor..

Asume, en ese gobierno, la importancia de reconocer la gestión del conocimiento y de la comunicación como factores claves de la política institucional, al brindar referentes curriculares con objetivos de aprendizaje, herramientas evaluativas y recursos para los estudiantes; amen de la formación situada para los docentes e interacción entre pares y educadores con sus alumnos.

Es esta la verdadera transformación educativa que forma redes, que se traduce en diferentes lógicas de acción. De esta forma se reconoce la gestión del conocimiento y de la comunicación que se produce en su seno, como clave de dos dimensiones, políticas, determinadas por un ámbito de acción y tipo de cambio: la macropolitica y la micropolitica. La primera como escenario normativo del estado y la segunda como escenario organizativo del establecimiento educativo, con sus dos subniveles micro-meso y micro-micro, bien sea del centro o del aula.

Utiliza el autor la metáfora de la caja negra para designar aquel elemento estructural de un modelo abstracto sobre el funcionamiento de un sistema que se halla entre la entrada (input) y la salida (output); para ir más allá en las variables de la cultura organizativa que contradice las agendas ocultas. Con ello denota un cambio respecto a los modelos estructuralistas, al reconocer el valor que tiene el contexto organizativo en la redefinición de las dimensiones estructurales y normativas que se establecen los centros. Ello  confronta la colaboración y la participación; ambos dadas,  bien sea por  la motivación para el acondicionamiento en el nivel de progreso y lo significativo del clima organizacional, frente a lo que es la  participación, la implicación y el compromiso con el centro y con sus objetivos por parte de la comunidad educativa, en la denominada cultura socio relacional.

Esto hace que haya un papel preponderante en las vías de flujo de alimentación de información: la comunicación tanto a nivel interno como externo, desvirtuando el concepto de cultura: como un conjunto de valores compartidos que en teoría impregnan o deben impregnar el clima de la organización y guiar el desempeño de los individuos que la componen. Asume, entonces, que esta, son las interacciones comunicativas que alimentan la vida de las diferentes redes y constituyen los entornos simbólicos inmediatos, en los que los individuos se reconocen y en los que se refugian sus actitudes respecto al trabajo y a la organización.

Lo anterior lleva a aseverar, al autor, que la cultura de una organización funciona más como una opinión pública, que como una ideología o como una mentalidad común. Esto en consonancia con la idea que las redes intraorganizativas de interacción no se estructuran sobre roles definidos, por una función ni por una asignación de autoridad, sino sobre focos de influencia que canalizan la información, que la elaboran y se estructuran en actitudes propios de los nodos que generan pseudoentornos.

Se reconoce, entonces, la escuela, como un espacio micropolítico con un ámbito de conflicto – que debe ser gestionado- en el que se entrecruzan estrategias con diferente capacidad de arrastre, en función de los recursos que pueda movilizar y donde la micropolítica de la interacción, de redes, supone, por tanto, una visión conflictiva de la vida cultural de la organización, que responde a un reconocimiento de su diversidad interna.

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